La relación del pentecostalismo con el Estado de Israel (Nota para los ensayos 2 y 3 del presente número)
A lo largo de la historia el cristianismo se ha asumido como heredero del judaísmo. De hecho, los primeros cristianos, es decir, los apóstoles y los miembros de las primeras iglesias, fueron todos judíos. Para ellos y para el cristianismo que se extendió por el mundo a lo largo de los siglos, Jesús el Cristo es el Mesías (la palabra christus, en griego, significa Mesías) predicado en las Sagradas Escrituras del judaísmo (ver, por ejemplo, el libro del profeta Isaías, capítulos 7, 9 y 53). Esta herencia, sin embargo —para el cristianismo primitivo, así como para el catolicismo que vino después y para las iglesias protestantes surgidas de la Reforma del siglo XVI— no significa descendencia directa ni pertenencia, es decir, el pueblo cristiano no forma parte del pueblo judío ni viceversa. De acuerdo a lo señalado por San Pablo en su epístola a los Romanos y a lo enseñado por estas vertientes del cristianismo, gracias al sacrificio de Jesús en la cruz, el pueblo elegido por Dios ya no es más el judío, sino el que cree en Jesucristo resucitado como el salvador del mundo.1 Esta diferenciación, presente de manera mayoritaria en el cristianismo hasta finales del siglo XIX, no sólo provocó una distancia doctrinal a lo largo del tiempo, sino una rivalidad que se tradujo en innumerables episodios de segregación, discriminación y represión de los judíos por parte de los cristianos, sobre todo en la Edad Media.
Sin embargo, en buena parte de las iglesias pentecostales esta doctrina que señala al pueblo cristiano como el elegido de Dios por la fe, ha sido modificada a partir de una relectura de la Biblia en la que se afirma que el pueblo judío todavía es el pueblo elegido, aunque no crea en Cristo y que, por tanto, existen promesas de Dios plasmadas en el Antiguo Testamento que aún están por cumplirse en los tiempos modernos, entre ellas, el regreso del pueblo de Israel a una tierra prometida. Esta reinterpretación, que existió en expresiones minoritarias del cristianismo a lo largo de la historia, cobró fuerza a partir del nacimiento de una doctrina denominada dispensacionalismo, impulsada por el predicador británico John Nelson Darby a finales del siglo XIX y que tuvo una fuerte influencia en personajes como Arthur Balfur, ministro de Exteriores de Gran Bretaña y autor de la Declaración Balfour, en la que se manifiesta que el gobierno británico “…ve favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”, considerada precursora de los esfuerzos para lograr el establecimiento del Estado de Israel concretado en 1948. En el catolicismo, esta reinterpretación también tuvo lugar en diversos sectores, especialmente después del Concilio Vaticano II, pero no fue tan popularizada ni tuvo tanto impacto como en el protestantismo.
Durante el siglo XX el dispensacionalismo creció, especialmente en Estados Unidos, hasta convertirse en la doctrina escatológica (referente al futuro) más común entre las iglesias protestantes en general y las iglesias pentecostales en particular, incluidas, por supuesto, las iglesias latinoamericanas. Este trasfondo puede explicar que la mayoría de las iglesias y movimientos pentecostales incorporen como parte de su identidad nombres, símbolos y hasta prácticas venidas del judaísmo y que, en lo político, se sientan identificados con la causa del Estado de Israel, creyendo que es en esa entidad en la que se aglutina el pueblo judío en su totalidad y que en la realización de sus objetivos terrenales se cristalizan los designios divinos de Yahvé, tanto para judíos como para cristianos.
Este ejercicio de reinterpretación ha permitido que la causa del Estado de Israel cuente entre la mayoría de los cristianos con un apoyo militante y que en las últimas décadas hayan surgido diversas organizaciones que fomentan el apoyo y el diálogo entre cristianos y judíos, financiadas en buena medida por el Estado de Israel, pastores evangélicos y políticos estadounidenses. Tal es el caso de Cristianos Unidos por Israel, que cuenta con decenas de millones de miembros y es dirigida por el pastor y telepredicador John Hagee; la fundación Aliados de Israel, que aglutina a legisladores de todo el mundo a favor de la causa sionista; o el museo Amigos de Sion, que cada año entrega un premio a personalidades no judías —como George Bush, Donald Trump, Jair Bolsonaro, Jimmy Morales— que han apoyado la causa del Estado de Israel. En su última visita a Washington en julio de este año, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se reunió con líderes evangélicos, entre los cuales se encontraban el citado Haggee; Jordanna McMillen, directora para Estados Unidos de Aliados por Israel; y Mike Evans, fundador de Amigos de Sion. Al final de la reunión, Evans afirmó que los evangélicos “son la base fundamental de apoyo para todo el Estado de Israel. Sí, la comunidad judía ha sido fuerte hasta cierto punto, pero los evangélicos están 100% comprometidos con Israel. Y es porque es algo bíblico para nosotros” y se refirió a Netanyahu como “el líder del movimiento evangélico del mundo”, ya que, dijo, “tiene más apoyo entre los evangélicos a nivel mundial que incluso Donald Trump. No hay persona en el planeta que sea más respetada por los evangélicos que Benjamín Netanyahu, y en parte se debe a que nos comprende y ha sido un defensor de relaciones estrechas con nosotros desde el principio”.2
A la reunión también asistieron líderes evangélicos de origen latino, entre ellos el pastor colombiano Carlos Ortíz, cuyo ministerio se encuentra en Miami. No ha de sorprendernos que en los próximos meses o años surjan este tipo de iniciativas de entendimiento entre cristianos y judíos desde una perspectiva más latinoamericana, y que sean los movimientos políticos de derecha el caldo de cultivo de estas iniciativas.
1 San Pablo se dirige a la iglesia en Roma con la siguiente afirmación: “… no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes”, Capítulo 9, versículos 6, 7 y 8.
2 “Netanyahu meets evangelical leaders ahead of Congress address”, Jews News Syndicate, 24 de julio de 2024, disponible en: https://www.jns.org/ netanyahu-meets-evangelical-leaders-ahead-of-congress-address/