Política y geopolítica en el “puente del mundo”: una conversación con Olmedo Beluche
Panamá captó de manera breve y efímera la atención regional durante las elecciones generales del pasado 5 de mayo. Aprovechamos ese destello intermitente para adentrarnos en la actualidad política y geopolítica de un territorio escueto, pero que ha conservado un altísimo valor estratégico a lo largo de los siglos. Un país diverso y fascinante, un auténtico “puente de mundo” como lo denominó Rubén Blades, el panameño más connotado. Una nación que vuelve a estar enclavada en medio de las pujas inter-hegemónicas desatadas a nivel global. Por eso, para intentar descifrar la compleja y mal conocida realidad istmeña, conversamos desde Ciudad de Panamá con el sociólogo Olmedo Beluche, profesor e investigador de la Universidad de Panamá y uno de los analistas más destacados del país centroamericano.
Colectivo Camalote [CC]: Antes de entrar en consideraciones de índole geopolítica y en el rol estratégico que ocupa Panamá a nivel global, quisiera pedirle un balance de los resultados de las elecciones generales panameñas. ¿Qué expresaron esos resultados más allá de la disputa de cargos entre partidos y candidaturas no siempre distinguibles en términos ideológicos? ¿Cuáles fueron y cuáles son los intereses objetivos en juego en el país?
Olmedo Beluche [OB]: Creo que lo que vimos el domingo 5 de mayo fue un gran voto castigo de la ciudadanía al gobierno de Laurentino Cortizo y a su vicepresidente y candidato presidencial José Gabriel Carrizo. También, por supuesto, al partido oficialista, el PRD [Partido Revolucionario Democrático]. Es un castigo severo el que sufrió el oficialismo en todos los planos, lo que llevó a un retroceso electoral enorme para la principal fuerza política del país. Su candidato quedó penúltimo, con menos del 6 por ciento de los votos, al borde de la aniquilación política.
Esto se expresó de diversas maneras, de acuerdo al segmento de la población que analicemos. A mi juicio es cierto lo que dice [el presidente electo José Raúl] Mulino; que el sector más plebeyo, más golpeado por la crisis, los desempleados, fueron su voto principal, su voto duro, aquel sector de la sociedad que compró la consigna del “chen chen en tu bolsillo”1. Estas personas compraron la esperanza de que vuelva el esquema de virtual pleno empleo que hubo en 2010, con el gobierno de [el ex presidente Ricardo] Martinelli, así como la esperanza de salir del hueco en que los dejó esta administración, con una tasa de desempleo de casi el 10 por ciento, y con un subempleo y una informalidad de prácticamente el 60 por ciento.
Otro segmento de la población, de capas medias e ilustradas, expresó su disconformidad a través de un candidato nuevo, que no proviene de los partidos tradicionales: Ricardo Lombana, que se postuló al frente de su Movimiento Otro Camino [MOCA]. Otro segmento notable es la juventud, que a mi juicio se expresó a través del voto a las candidaturas independientes del proyecto Vamos. La misma juventud que peleó en octubre y noviembre contra la mina [instalada por no multinacional en la región de Donoso] expresó su voto a través de esos candidatos, porque muchos estuvieron en las movilizaciones, y eso hay que reconocerlo. A diferencia de las otras candidaturas presidenciales, estos muchachos que se postularon para Alcaldes, Diputados, Representantes de Corregimientos, sí estuvieron en las movilizaciones. Entonces la gente les votó. De hecho han constituido ya una bancada de más de 20 miembros, algo notable considerando que no tienen un partido propiamente dicho.
Por último, una fracción más pequeña, más orgánica, votó a la izquierda, a la profesora Maribel Gordón para la presidencia y a Richard Morales como su acompañante en la vicepresidencia. Se trató de un voto sólido de la izquierda panameña, que también creció, duplicando su desempeño respecto a la elección anterior, aunque obviamente esta propuesta aún no llega a la conciencia de las mayorías. Incluso los simpatizantes históricos del PRD, del torrijismo,2 también se fraccionaron. Un segmento importante votó como castigo al actual gobierno a Martín Torrijos [hijo de Omar Torrijos], que fue el tercero en discordia, mientras que otra parte del electorado votó por la diputada Zulay Rodríguez, también del PRD, quien se presentó como independiente y ganó más votos que su propio partido. Entonces, a mi juicio, la lectura general es la de un voto castigo a la actual administración.
CC: Pareciera haber en Panamá una crisis de los partidos tradicionales: ni el PRD, ni el Partido Popular, ni el Partido Panameñista obtuvieron resultados satisfactorios. Sin embargo, pareciera que, a diferencia de lo que sucede en otros países de la región, el sistema político en su conjunto sí logro acusar recibo de la crisis y metabolizar el impacto de las protestas de los últimos años. Al menos si consideramos que la participación electoral fue muy alta, y que el descontento, como usted analiza, se canalizó de alguna u otra manera en diferentes alternativas electorales. ¿Por qué la crisis no logra desbordar el sistema político? ¿A qué se debe esta particularidad panameña?
OB: Efectivamente, creo que todavía no hay una ruptura de la gente con todo el sistema político. Creo que las ofertas electorales de ese tercio de la población que votó a Mulino, que votaría a Martinelli si pudiera, y que lo considera un mártir de una persecución política dirigida por una élite que la gente empieza a identificar con los partidos tradicionales y el gran capital, sí expresa un voto que es algo antisistema, pero que se manifiesta aún a través de una alternativa sistémica. Porque si hay un outsider en la política panameña este sería o Lombana, o la candidatura de Vamos o, más claramente aún, la izquierda. Si hubo una expresión de la crisis ésta fue la incertidumbre sobre la postulación de Martinelli hasta casi dos meses antes de la elección. O la incertidumbre hasta el penúltimo día en relación a si Mulino podía o no ser candidato. O el conflicto entre la Corte Suprema y el Tribunal Electoral.3
Entonces, ese gran voto a los independientes expresa la crisis del régimen político. ¿Qué va a pasar después? Ya lo veremos. Seguramente Mulino tendrá una luna de miel corta, porque tiene compromisos con la embajada norteamericana y debe acatar ciertas órdenes. En segundo lugar hay un mandato concreto de los organismos financieros. Cuando [la agencia de calificación financiera] Fitch baja la calificación de Panamá como eventual receptor de inversiones en medio de la campaña electoral, se está dando un mensaje fuerte en relación a que el nuevo gobierno debe imponer una política de austeridad, política que ante todo sufrirán los pobres.
CC: De hecho, en el primer discurso de Mulino post elecciones, éste declaró que el suyo sería un gobierno pro inversión y pro empresarios, y que cumpliría con todos los compromisos financieros asumidos por el Estado. ¿Está la economía panameña preparada para pagar su abultada deuda externa? ¿En qué estado se encuentra la economía del país?
OB: La situación es grave, porque después de la pandemia no hubo una recuperación del empleo, y porque muchas pequeñas y medianas empresas debieron cerrar. Hubo crecimiento económico, sí, pero sin recuperación del empleo. Como decía, más del 60 por ciento de la fuerza de trabajo no tiene un empleo formal. Además, este gobierno duplicó la deuda pública hasta los 50 mil millones de dólares, sobre un Producto Interno Bruto de 65 mil millones, aunque creo que todavía tienen un espacio para seguir endeudándose. Pero este año se destina ya el 20 por ciento del presupuesto nacional, entre 18 mil y 20 mil millones de dólares, al pago de servicios de la deuda externa. Y todo esto, por supuesto, con enormes costos sociales.
Entonces encontramos barrios enteros en las afueras de la ciudad capital que carecen de un servicio de agua potable todos los días, o una recolección de basura que, como habrás visto, es pésima en todos lados, pero sobre todo en barrios obreros como San Miguelito. Las escuelas también están en una muy mala situación. Y ni hablemos de los servicios de salud. Hay otra amenaza con la cotización de las jubilaciones. Con la reforma al sistema jubilatorio que hizo el expresidente Martín Torrijos, se separó la cotización de los viejos de la de los jóvenes. Entonces, nuestro sistema está en peligro, porque ya nadie cotiza a ese fondo. El Estado prometió que pagaría la diferencia, pero no lo hizo. Ésta será una de las cuestiones más problemáticas para Mulino, porque el movimiento sindical defiende la vuelta al sistema solidario de pensiones.
CC: ¿Este nuevo sistema previsional se inspira acaso en el modelo chileno de las Administradoras de Fondos de Pensión? Es decir, ¿la reforma se hizo aquí también para lucrar y disponibilizar esos fondos para la especulación financiera?
OB: Eso es exactamente a lo que aspira el sector empresarial. Pero la reforma de Martín Torrijos del 2005 al 2007 se quedó a mitad de camino. Ellos intentaron subir la edad de jubilación, y aumentaron un poco las cuotas para poder jubilarte, además de que separaron al segmento de los jóvenes menores de 28 años, dirigiéndose hacia un esquema de cuentas individuales que fueran el preámbulo de la gestión privada de los fondos, aunque no lograron ir más allá. Los gobiernos no se atrevieron a tocar la Caja de Seguro Social, que es una conquista histórica; el gobierno que lo intente enfrentará una gran oposición. Aunque ahora, en base a la crisis que generaron, intentarán convencer a las personas de que la única salida es convertir al sistema en un sistema de cuentas individuales administrado puramente por privados.
El otro tema que va a explotar pronto es la decisión en torno a qué hacer con la mina de cobre de Donoso, que según la empresa tiene un acumulado de varias toneladas de mineral a medio procesar. El gobierno [de Cortizo] no se atrevió a avanzar después de las movilizaciones. ¿Pero qué hará el próximo gobierno? Varios de los candidatos en estas elecciones se expresaron en favor de que siga el negocio de la mina: así lo hizo Lombana y también [Melitón] Arrocha, que era abogado de la empresa y declinó su candidatura para apoyar la de Martín Torrijos.
CC: ¿Cree que First Quantum Minerals, la tan resistida trasnacional minera, pudo haber tenido algún tipo de incidencia en las pasadas elecciones?
OB: No dudo de que ha financiado indirectamente algunas campañas, además de que sigue haciendo publicidad en los medios de comunicación panameños, contrariando las decisiones de la Corte Suprema. Pero el Gobierno no ha tenido el valor de sacar a los administradores de la empresa, que siguen teniendo la posesión de la mina. El Estado no la ha nacionalizado, tal como debería suceder.
El gerente de la empresa dijo en varias entrevistas que estaba esperando el resultado electoral para convencer a la próxima administración de continuar con el negocio.
CC: Hablemos ahora de las aristas más opacas de la economía panameña. El país tiene un régimen fiscal que le convierte virtualmente en un paraíso fiscal, como volvieron a revelar escándalos tan sonados como el de los Panama Papers. ¿Qué sucede con esta economía que aparentemente se esconde a la vista de todos en los grandes rascacielos del centro financiero? ¿Qué rol juega en el país y cuál es el impacto de sus operaciones?
OB: El Centro Bancario Internacional fue una creación del general Omar Torrijos en la década del 70 y fue, como quien dice, el “caramelo” que el general le dio a la burguesía panameña para que ésta acumulara, mientras él luchaba por la reversión de la zona del Canal de Panamá,4 y otorgaba concesiones sociales a los sectores populares, para lograr así la unidad nacional en torno a la causa que él supo expresar. Entonces, el país es desde hace mucho tiempo aquello que los Panama Papers pusieron en el tapete: una guarida para cuentas secretas, para la creación de sociedades anónimas de las que no se sabe quiénes son los verdaderos dueños de las empresas y de los capitales que aquí se depositan.
Además, todos estos edificios de la cinta costera son utilizados para la especulación inmobiliaria de capitales nacionales y extranjeros, sobre todo colombianos, aunque también hay muchos venezolanos y de otros países de América Latina. Pero son sobre todo esos dos países vecinos los que tienen aquí una mayor inversión inmobiliaria.
Cuando surgió la filtración de los Panama Papers, que llevó a la liquidación del bufete de abogados [Mossack Fonseca] y a la presión de la Unión Europea, que puso al país en algunas listas grises, se tomaron algunas medidas parciales, pero toda esta economía sigue subsistiendo. Y lo que antes hacía ese bufete de abogados ahora simplemente lo hacen otros. Hay aquí algunos muy poderosos, de los que incluso varios ministros del gobierno hacen parte.
CC: Hablamos ya un poco de la economía formal, la economía informal, la minería y el sistema financiero internacional. ¿Qué hay del Canal de Panamá, esa vía navegable que hizo de Panamá un país mundialmente conocido desde hace más de un siglo? ¿Cuánto representa en realidad la economía canalera? ¿Qué hay de los nuevos proyectos de ampliación? ¿Qué sucede con la crisis hídrica y con el impacto del cambio climático en el sistema de exclusas?
OB: Primero hay que decir que el Canal no es solo el Canal en sí mismo, sino que es todo lo que ellos llaman el “hub logístico”; es decir los puertos, algunos de los cuales no necesitan del Canal porque utilizan el sistema ferroviario para llevar los contenedores de costa a costa, así como las “zonas especiales” de libre de comercio, en donde hay instalado un cierto número de empresas extranjeras. Se trata en suma de todo el sector terciario: comercio, servicios financieros, empresas logísticas. También la Zona Libre de Colón, que es el principal negocio del país en términos de importación y exportación de mercancías, sobre todo chinas, en un rubro que mueve más de 25 mil millones de dólares al año.
La suma de todo esto expresa prácticamente el 80 por ciento o más del Producto Interno Bruto de Panamá. La industria está reducida a algo menos del 10 por ciento; todo lo que se avanzó en las décadas del 50, el 60 y el 70 se retrocedió con la apertura comercial, por lo que muchas industrias nacionales desaparecieron o se dedican ahora a importar. La situación de la agricultura es la más grave de todas, con menos del 5 por ciento del PIB, lo que habla a las claras de su debilidad. El sector, incluso, no puede producir suficiente alimento para sostener el consumo nacional. El arroz, por ejemplo, que es el producto principal de la dieta panameña, se debe importar en ciertas épocas del año. La de Panamá es una economía casi totalmente terciaria, volcada a unos servicios muy dependientes de los Estados Unidos. Todos los gobiernos, sobre todo después de la invasión, han sido títeres de los Estados Unidos.5
Creo que hay un sector de la burguesía, que siempre quiere medrar en el Estado, que lo que busca es promover megaproyectos en los que invertir. En el gobierno de Martín Torrijos [2004-2009], el gran proyecto fue la ampliación del Canal, una obra que costaba 3 mil 500 millones de dólares y que terminó costando casi el doble. Todavía había empresas que querían pedir más dinero, y que de hecho están cursando demandas contra el Estado en juzgados internacionales. Son esos mismos sectores los que creo que ahora engrandecen la crisis hídrica. Efectivamente hay un faltante de agua, pero no para el funcionamiento de las exclusas del Canal, sino de agua potable para los pobladores de la zona.
Por eso hubo una intensa campaña de los medios de comunicación a lo largo de los últimos seis meses. Efectivamente hubo un año extraordinario por el fenómeno de El Niño, además de un largo verano en el que no llovió mucho. Pero creo que exageraron la situación real. ¿Para qué? Para justificar una megaobra: el trasvase de una represa que se haría en Río Indio, que está entre Colón y Panamá Oeste, hacia el lago Gatún, y otro trasvase del lago Bayano, que está al este, hacia el Canal de Panamá. ¿Cuán urgente es esto? No lo sé. De la misma manera, muchos cuestionamos en su momento la urgencia de la ampliación del Canal, porque señalamos distintas necesidades sociales insatisfechas y porque pretendemos que los ingresos canaleros sirvan para financiar esas obras sociales.
Pero lo que la burguesía quería era hacer su negocio y eso fue exactamente lo que hizo. En la misma línea, Martín Torrijos y Mulino hablaron en su momento de ampliar el sistema de carreteras en Panamá, que con todo es el mejor de Centroamérica. La burguesía panameña, como la cantante Shakira, siempre busca facturar.
CC: Crucemos ahora algunas de las variables que usted desarrolló: las características de la economía nacional y la relación histórica entre Panamá y Estados Unidos, relación mediada por la ocupación y el colonialismo. Siendo que la del país es una economía tan volcada a los servicios y tan trasnacionalizada, ¿cómo impactan aquí los profundos cambios económicos que estamos viviendo a nivel global, así como la acelerada transición hegemónica desde el Occidente al Oriente? ¿Qué relación tiene este contexto global con las internas de los diferentes sectores de la clase dominante panameña?
OB: De hecho, hace 30 años, cuando recién se empezaba a revertir el control del Canal a Panamá, Japón era su segundo usuario, después de los Estados Unidos. En este lapso China pasó a ocupar ese lugar. Hasta hace diez años, con el gobierno de [Juan Carlos] Varela, los gobiernos panameños seguían siendo súbditos de Taiwán, capitulando a su política como toda Centroamérica. Pero el gobierno de Varela rompió con ellos y estableció relaciones diplomáticas formales con China. Esto fue hace dos períodos y casi al final de su gobierno, cuando Xi Jinping vino al país y prometió una serie de inversiones, entre ellas la construcción del cuarto puente sobre el Canal, cuya licitación ganó precisamente una empresa china.
Pero tan pronto como llegó al poder Cortizo, que es una figura mucho más sometida a los Estados Unidos, congeló esa licitación, y buscó diferentes excusas para no hacer efectivo el contrato; el hecho es que, cinco años después, aún no ha empezado la construcción. Además, el gobierno chino ofreció construir gratuitamente un tren hasta la ciudad de David, en la frontera con Costa Rica. Este proyecto fue recientemente una de las consignas de campaña de Mulino, pero hay que ver quién va a financiar eso, si se hace a través de préstamos o bien aceptando el ofrecimiento chino. Dudo de esto último, porque Estados Unidos está intentando evitar que China ingrese en el estratégico territorio panameño.
CC: ¿Puede haber algo así como una tensión entre la vieja identificación histórica e ideológica de la clase dominante panameña con su homóloga norteamericana y la simple tentación de los negocios, que lleva necesariamente a estrechar las relaciones con China? ¿Hay debates en las élites locales sobre cómo vincularse con las dos superpotencias en esta coyuntura?
OB: Considero que sí. Creo que hay distintas fracciones de la burguesía que conflictúan sobre estos temas. Hay un sector más claramente pro norteamericano, el sector más formal de la economía, que está anclado en el Banco General y se expresa a través del diario La Prensa. Y hay otros sectores, sobre todo los de una burguesía nueva, que se formó a partir de la emigración del siglo pasado, como la misma familia Martinelli o como los árabes, que son más pragmáticos y están dispuestos a hacer negocios con cualquiera.
Me llamó la atención que el de Varela, a priori un gobierno más de derecha, quisiera establecer relaciones con China. Tuvo la fuerza y la voluntad para hacerlo, mientras que un gobierno “socialdemócrata” como el de Cortizo se volcó hacia el lado opuesto, completamente alineado a los Estados Unidos. Entonces sí, creo que esas diferencias existen, y que hay una parte de la política y de la burguesía panameña que es muy corrupta y quiere siempre medrar a costa del Estado. Y no es que la otra fracción no lo haga, pero guarda ciertas formas. Ambas fracciones están en disputa, y esto se evidenció también en la campaña electoral y en la pelea entre la Corte Suprema y el Tribunal Electoral.
CC: Panamá es un país de una enorme diversidad social y cultural, aunque se trate de una diversidad muy invisibilizada, con importantes sectores afropanameños, indígenas, campesinos y con migrantes oriundos de todos los puntos del planeta. Por eso, para terminar, quisiéramos pedirle una breve radiografía de este campo. ¿En qué estado de situación se encuentran las clases populares del país? ¿Cómo repercutió en la clase trabajadora el ciclo de protesta de los años 2022 y 2023? ¿Cómo ve sus objetivos, estrategias y liderazgos?
OB: Panamá es un país pequeño, de 4 millones de habitantes, y diverso. Tenemos aquí siete etnias o naciones indígenas, sin contar las corrientes migratorias históricas. La diversidad se ve incluso al interior de estas comunidades: si uno va a Colón,6 la población afrodescendiente se divide en dos sectores: uno que es conocido como el de los “comecocos”, que son los afrocoloniales, que provienen de la Colonia y hablan español, y otro sector, muy distinto, que llegó al país desde las Antillas británicas en los tiempos de la construcción del Canal y que habla inglés. Eso sin contar las otras migraciones que llegaron a este “puente del mundo”.
A nivel de la clase obrera industrial el sector más fuerte es el de la construcción; por eso la vanguardia la ocupa el SUNTRACS [Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Similares]. Por eso también sus dirigentes son los más importantes y conocidos. El resto de la clase está muy débil, porque carecemos de una industria fuerte, lo que vuelve a estos sectores muy permeables a las presiones, o bien deriva en la existencia de sindicatos muy minoritarios. El neoliberalismo afectó por supuesto a la clase trabajadora, por ejemplo a través de medidas como el despido sin causa justificada. Junto a la construcción, el otro sector más movilizado es el de los docentes; diría que ésta es la segunda pata del movimiento popular organizado. Los gremios docentes, en su mayoría de empleados del Estado, son muy fuertes cuando paran y ocuparon también un rol de vanguardia en las protestas del año 2022 y 2023. De hecho, de los cuatro asesinados en estas jornadas, tres eran docentes. El resto de los sectores son mucho más pequeños.
Hay dos alianzas que se crearon poco antes de las protestas, que son alianzas de sectores sindicales populares y de izquierda. Una es la alianza en la que está el SUTRACS, así como gran parte del movimiento docente y de la izquierda panameña, que es la Alianza por una Vida Digna. Por eso la campaña de la profesora [Maribel Gordón] tuvo esa consigna. Pero en el interior, en Santiago de Veraguas, hay otro espacio que es la Alianza por los Derechos Sociales del Pueblo, que encabeza allí otro gremio magisterial.
Todavía hay algo de división. No todos los sectores populares organizados asumieron la candidatura de Gordón. Esto debilitó de alguna manera su postulación. Aún permanecen divisiones sectarias, lo que ha afectado muchísimo el proceso, aunque la profesora dobló los resultados de la candidatura anterior, levantada en 2019 por el sindicalista Saúl Méndez, además de que nuevos sectores fueron incorporados a la coalición. Creo que este espacio tiene futuro, en la medida en que podemos pronosticar que el gobierno de Mulino no cumplirá sus promesas electorales, por lo que pronto colisionará con las demandas populares, y será más necesario que nunca contar con una alternativa política.
1 “Chen chen” es una forma coloquial de llamar al dinero en Panamá. La expresión proviene, aparentemente, del sonido que hacen las cajas registradoras. La campaña del presidente electo, muy sencilla y eficaz, propuso “chen chen y empleo para todas las familias panameñas”.
2 Se refiere a los seguidores del fallecido general Omar Torrijos, cuyo gobierno militar y cuyo legado aún divide a las izquierdas y al progresismo panameños.
3 El ex presidente Martinelli fue desalojado de la carrera presidencial tras ser condenado a diez años de prisión por peculado y tras ser inhabilitado políticamente. Fue así que Mulino, quien originalmente le acompañaba en la fórmula como candidato a vicepresidente, pasó a ocupar el lugar de su mentor. Pero sus aspiraciones también fueron judicializadas, hasta que la Corte Suprema saldó la controversia y ratificó su candidatura apenas dos días antes de los comicios.
4 Tras la delimitación de la llamada zona del Canal de Panamá en noviembre de 1903 por virtud del Tratado Hay-Bunau Varilla, que supuso de facto la enajenación de parte del territorio panameño en favor de los Estados Unidos durante todo el siglo XX, los tratados Torrijos-Carter establecieron en 1977 una reversión paulatina del control del antiguo enclave colonial, que finalmente volvió a manos panameñas en el año 2000.
5 Se refiere a invasión estadounidense de Panamá del 20 de diciembre de 1989, denominada militarmente como la “Operación Causa Justa”, desplegada bajo el gobierno de Bush padre. Consúltese al respecto La invasión de Estados Unidos a Panamá (Ricaurte Soler, 1999) y, del propio entrevistado, La verdad sobre la invasión (Olmedo Beluche, 2004).
6 La ciudad de Colón, capital de la provincia homónima, es la segunda urbe más poblada del país, y se ubica en la estratégica desembocadura del Canal, del lado del Mar Caribe.