Superclaudia en el ojo de la tariff storm

Claudia Sheinbaum se ha convertido en una de las figuras políticas en el mundo más destacadas en la actualidad, lo que le ha valido el reconocimiento nacional e internacional, tanto de políticos, líderes de opinión y medios de comunicación. En el presente texto hacemos una revisión del tratamiento que los últimos meses la prensa anglosajona ha dado a la presidenta mexicana a partir de su respuesta a la política exterior del presidente Donald Trump y esbozamos algunas claves del éxito de la primera mujer al frente de los destinos de México.

Ilustración: Traza Continental

Un fantasma recorre el mundo: la guerra comercial desatada por la agresiva tormenta arancelaria con la que la Administración Trump busca recomponer la economía de los Estados Unidos y detener su declive en la geopolítica mundial. Si existe una nación para la que la relación bilateral con la potencia norteamericana es crucial, tanto desde el aspecto económico, como demográfico y de seguridad, esa  es México: economías estrechamente vinculadas, una emigración de grandes proporciones, una historia en común y una frontera compartida de más de 3 mil kilómetros, con problemas cuya solución requiere un trabajo diario y coordinado.

En medio de este vendaval, cuya intensidad constituye una inflexión de cambio de época, la prensa anglosajona ha dedicado estos últimos meses notables palabras de admiración respecto de la presidenta Claudia Sheinbaum. Admiración y sorpresa. Veremos por qué, tanto una cosa como la otra. Pero lo significativo es esta coincidencia de los principales medios norteamericanos y británicos –a los que podrían sumarse más medios europeos o sudamericanos– en destacar el exitoso papel de Claudia Sheinbaum frente a la “imprevisibilidad” y “agresividad” de un liderazgo como el de Donald Trump en aras de proteger los intereses económicos mexicanos y, más allá, el interés nacional de México en medio de una coyuntura extremadamente compleja y hostil. En el presente texto hacemos una revisión de esta cobertura y esbozamos algunas claves para entender el éxito de la mandataria mexicana.

La cobertura

“¡Buenos días! Estados Unidos será sede del Mundial Femenino 2031, David’s Bridal (la compañía estadounidense dedicada a ropa de novias) tiene una nueva estrategia y Claudia Sheinbaum es la ganadora de la semana arancelaria”: así comienza una nota de la revista Fortune, en la que se destaca la capacidad de la presidenta mexicana para “salvar” a México de la peor parte de la política arancelaria trumpista.

En febrero, The Guardian titulaba: “La mexicana Sheinbaum recibe elogios por su serenidad en sus tratos con Trump”. “La presidenta, bajo presión por los aranceles y la frontera, se ha mantenido firme y ha evitado enfrentamientos directos con su errático homólogo”, comienza diciendo la nota, que recoge la incertidumbre que existía alrededor de cómo una científica de origen podría lidiar con un presidente con las características de Donald Trump y la sorpresa que su conducta mesurada causaría, distante tanto de los iniciales gestos de sometimiento del canadiense Justin Trudeau viajando a Mar-a-Lago, como de la actitud de desafío planteada en sus dichos por el colombiano Gustavo Petro.

“Cómo la presidenta mexicana se convirtió en la principal whisperer de Trump en el mundo”, tituló The Washington Post en marzo pasado. Es difícil traducir el término whisperer en este contexto: “susurradora”, que sería la traducción literal, suena un tanto extraño y “confidente”, otra traducción posible, parece excesiva. En cualquier caso, la idea que se transmite es la de una persona capaz de hablar personalmente, en voz baja y en confianza con otra: un logro de Claudia Sheinbaum que, con otros términos, aparece también narrado en los más diversos medios occidentales, con una mezcla, como apuntábamos al comienzo, de sorpresa y admiración: la BBC, Newsweek, The Guardian, The New York Times, Reuters, entre otros.

La idea que se transmite es la de una persona capaz de hablar personalmente, en voz baja y en confianza con otra: un logro de Claudia Sheinbaum que, con otros términos, aparece también narrado en los más diversos medios occidentales, con una mezcla, como apuntábamos al comienzo, de sorpresa y admiración.

“Mientras Estados Unidos y Canadá intercambian dardos, hasta ahora todo va bien para la mexicana Sheinbaum”, es el título de la nota publicada por BBC también en marzo pasado. En ella, al igual que en otros medios, se contrasta la hábil estrategia negociadora y la actitud serena (y a la vez firme) de la presidenta mexicana frente a Trump con la adoptada por las autoridades canadienses. Y las correspondientes y diferentes respuestas del presidente norteamericano en su trato con ambos mandatarios. “Nuestra relación ha sido muy buena y estamos trabajando arduamente juntos en la frontera”, manifestó Trump tras posponer aranceles a México por segunda vez “como una concesión y por respeto a la presidenta Sheinbaum”, en tanto al referirse al primer ministro canadiense lo llamó “Gobernador Trudeau”, del mismo modo en que humilló a Canadá llamándolo “el estado número 51”.

La BBC destaca también que ante un líder “impredecible” al frente de la Casa Blanca, Sheinbaum ha aplicado desde el inicio, como ella misma lo ha señalado en reiteradas ocasiones, casi como un mantra, una política de “cabeza fría”. “En dos ocasiones, en dos meses, ha logrado evitar la imposición de aranceles radicales del 25% a los productos mexicanos mediante una llamada telefónica de última hora al presidente Trump, a pesar de que éste había afirmado que no había margen para la negociación”.

Otro aspecto que subraya la nota de la BBC es la capacidad de Claudia Sheinbaum de “devolverle la pelota” a su homólogo norteamericano: cuando éste designó a seis cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas extranjeras”, la presidenta mexicana preguntó retóricamente: “¿de dónde provienen las armas que abastecen a los cárteles?” Del mismo modo, puso énfasis en el aspecto de la demanda de drogas ilegales que proviene, abrumadoramente, del mercado norteamericano.

“La calma que proyecta Sheinbaum no es casualidad. Tras bambalinas, ha orquestado una estrategia diplomática sumamente disciplinada para mantener a México fuera del punto de mira de Trump, un marcado contraste con los enfoques más confrontativos adoptados por otros socios comerciales y vecinos de Estados Unidos, como Canadá”. De este modo destacaba Newsweek a comienzos de abril la estrategia de la presidenta mexicana. La nota cita a Michael Shifter, investigador y expresidente de Diálogo Interamericano, un centro de estudios internacionales del hemisferio occidental: “A diferencia de Trump, quien es errático e impredecible, Sheinbaum es disciplinada y centrada”, anota.

“Eres dura”, le habría dicho Trump, según The New York Times, en tono elogioso, a Sheinbaum durante la conversación telefónica de 45 minutos que mantuvieron -en inglés, para grata sorpresa de Trump- el 3 de febrero. Fue en esa ocasión que la presidenta mexicana propuso desplegar 10 mil soldados en la frontera para contribuir a frenar el tráfico de fentanilo. Trump, por su parte, suspendió los aumentos arancelarios previstos.

“Eres dura”, le habría dicho Trump, según The New York Times, en tono elogioso, a Sheinbaum durante la conversación telefónica de 45 minutos que mantuvieron -en inglés, para grata sorpresa de Trump- el 3 de febrero.

Pragmatismo, firmeza, inteligencia y habilidad parecen definir, según recoge la prensa anglosajona, la actitud de Claudia Sheinbaum y su equipo de gobierno ante el desafío planteado por la política de Trump. Este manejo calmo y equilibrado de la coyuntura también está dando sus frutos en la política nacional, destaca Newsweek y cita nuevamente a Shifter: “su firme postura ha sido una bendición política, avivando el sentimiento nacionalista (…) su nivel de aprobación es más alto que el de cualquier presidente mexicano en los últimos 30 años”. Ese índice de aprobación, refiere Newsweek, “oscila entre el 63% y el 85%, impulsado por la percepción pública de que se enfrenta a Trump sin provocarlo innecesariamente”, números que en el extremo superior “convierten a Sheinbaum en la líder democráticamente elegida más popular del mundo, superando el 75% de aprobación del primer ministro indio, Narendra Modi”.

La estrategia que la presidenta mexicana ha aplicado en su trato con los Estados Unidos le ha permitido comandar exitosamente una de las coyunturas internacionales más difíciles que se podían prever. Su manejo de la misma ha causado sorpresa y admiración, como decíamos al comienzo, de parte de especialistas, analistas y líderes de opinión cuyas voces se reflejan en la prensa internacional. Pero también esa sorpresa y admiración ha sido deslizada por el propio Donald Trump en su trato con la presidenta mexicana (“una mujer maravillosa”), sobre quien pesaban antes los prejuicios típicos por su condición de “izquierdista”.

Sorprende Sheinbaum, entonces, como ha sido mencionado, por contraste con otros líderes mundiales. Pero también porque, como apunta The New York Times, al inicio del mandato de Trump su retórica tenía un tono más confrontativo. “Por cada arancel habrá una respuesta equivalente”, había dicho en diciembre en la carta que le escribió al entonces presidente electo estadounidense. Después, en enero, fue aquello que lanzó Trump de rebautizar el Golfo de México como Golfo de América, a lo que Sheinbaum respondió que habría que llamar “América Mexicana” a buena parte del territorio actual de los Estados Unidos.

La apuesta de Claudia Sheinbaum por “jugar el juego largo”, con la “cabeza fría”, evitando precipitarse en querellas verbales de alto calibre mediático, coinciden todos los medios mencionados, le ha valido, dado su éxito en sortear las dificultades y amenazas, un sólido respaldo interno. Pero a su vez, el éxito político que en el plano nacional supone la capacidad de encarnar, con multitudes movilizadas detrás, el interés superior de la nación mexicana, constituye también un arma de política exterior. “La mejor política exterior es la interior”, no se cansó de repetir el expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), tanto como dirigente opositor como jefe de Estado.

El éxito político que en el plano nacional supone la capacidad de encarnar, con multitudes movilizadas detrás, el interés superior de la nación mexicana, constituye también un arma de política exterior. “La mejor política exterior es la interior”.

De este modo, la consistencia del liderazgo de la presidenta mexicana en el plano interno aparece claramente como una de las mayores fortalezas de México como país en sus capacidades de negociación con su vecino del Norte para obtener términos más favorables a su economía -o menos desfavorables, en el marco de este giro de consecuencias imprevistas para la economía mexicana-, el bienestar de su población y su soberanía nacional.

Precisamente, a esta fortaleza interna se refiere extensamente The New Yorker en un artículo reciente titulado “La presidenta mexicana que se enfrenta a Trump” que lleva la firma de Stephania Taladrid. Allí, junto a un amplio repaso de la trayectoria biográfica, académica y política de la mandataria, de su intenso compromiso y largo recorrido junto al expresidente López Obrador, así como de los pormenores de la “guerra de desgaste” con la que ha tenido que lidiar a partir de la asunción de Trump, se destacan las posiciones conquistadas por Morena como vértice de una coalición que “gobierna ahora tres cuartas partes de México y controla casi todas las legislaturas locales”.

Sheinbaum -destaca la nota de The New Yorker– ha sido capaz de combinar exitosamente la más enfática exhortación patriótica a enfrentar lo que denunció como “espíritu intervencionista” junto con una hábil y oportuna colaboración con autoridades norteamericanas en asuntos fronterizos. “El pueblo de México no aceptará intervenciones bajo ninguna circunstancia”, expresó, al tiempo que aumentaba los salarios del personal militar, “los guardianes de nuestra soberanía”, sin por ello abandonar programas de cooperación en materia de seguridad con los Estados Unidos.

“Observadora perspicaz del comportamiento de Trump”, como la describe The New Yorker, tras la lograda suspensión de los aranceles la presidenta mexicana fue aclamada como “la nueva dama de hierro”, mientras legisladores de oposición elogiaban “su serenidad y firmeza”. Entretanto, según consigna la misma nota, “los europeos se preguntaban, medio en broma, si podrían tomarla prestada por unos días”.

La presidenta mexicana fue aclamada como “la nueva dama de hierro”, mientras legisladores de oposición elogiaban “su serenidad y firmeza”. Entretanto, según consigna la misma nota, “los europeos se preguntaban, medio en broma, si podrían tomarla prestada por unos días”.

Como corolario de esta cobertura excepcional que la prensa de habla inglesa le ha dedicado, el nombre de la presidenta Claudia Sheinbaum apareció hace algunos días entre las cien personalidades más influyentes del mundo, junto a figuras como Donald Trump, Elon Musk, el premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus y otras figuras de relieve internacional, como parte de la lista que anualmente publica la revista Time en su sección “Líderes”.

En su conferencia matutina, la presidenta mexicana agradeció a Time por el reconocimiento que “más que a mi persona es al pueblo de México”. “Hay quien se obnubila con estas cosas” -señaló Sheinbaum- “y no, hay que tener siempre los pies en la tierra y asumir que si uno hace un trabajo que está a la altura del pueblo de México, porque el pueblo de México es lo mejor que hay, pues es gracias a este vínculo que tenemos con nuestro movimiento, con la historia y con el pueblo, no traicionar y ser honestos”.

Las claves

¿Cuáles son las claves del éxito de Sheinbaum? ¿De dónde provienen la fuerza, el éxito y la proyección de la Jefa de Estado? ¿Son únicamente sus cualidades personales la cifra donde hay que buscar las razones de este desempeño, como parece sugerir, o colocar en el primer plano, la cobertura de la prensa anglosajona? ¿O existe algo más allá de esas indudables virtudes, algo que las trasciende y les da soporte, las potencia? Ella misma, en las palabras que acabamos de citar, responde con justicia a estas interrogantes. La clave está en la tríada que menciona: el movimiento, la historia, el pueblo.

La explicación de su fortaleza y la del momento mexicano no tiene que ver únicamente con una cualidad personal, sino con el vínculo de Sheinbaum con el “movimiento, con la historia y con el pueblo”.

La explicación de su fortaleza y la del momento mexicano no tiene que ver únicamente con una cualidad personal, sino con el vínculo de Sheinbaum con el “movimiento, con la historia y con el pueblo”.

Con el movimiento se refiere no sólo al partido de gobierno, Morena, sino a una trayectoria de lucha por la democracia y la soberanía nacional que ha sumado millones de voluntades en todo el país a lo largo de décadas; con la historia se refiere a la concreción de esos anhelos de cambio cristalizados en una nueva etapa, un nuevo tiempo histórico abierto por ese movimiento bajo el liderazgo de AMLO y que se conoce como Cuarta Transformación; y con el pueblo se refiere al respaldo que las y los mexicanos, pero sobre todo los más pobres y desamparados, le brindan diariamente, como una unción constante para liderar los destinos de la Patria.

La presidenta mexicana obtiene su fuerza, entonces, no de sus características particulares ni identitarias únicamente, ni de su formación académica, ni gracias a las habilidades o capacidades extraordinarias de su entorno, por más que todo ello juegue su papel y sea hoy destacable. No es en ese registro de cualidades individuales, técnicas o profesionales de equipo donde hay que buscar el fundamento del “fenómeno Sheinbaum”. Para tener una comprensión cabal de lo que su figura representa, de la digna potencia que expresa, de los fundamentos de donde obtiene su poder y su fuerza, hay que superar esa visión puramente instrumental, tecnocrática e individualista y abrazar una perspectiva más popular y  de trascendencia humana: Claudia Sheinbaum no es sólo una personalidad extraordinaria rodeada de un gran equipo técnico y político, es la encarnación de un movimiento, de una historia y de un pueblo. Y en este sentido es la heredera más fiel del legado político, moral y espiritual de López Obrador.

Un fantasma recorre el mundo: la guerra comercial desatada por la agresiva tormenta arancelaria con la que la Administración Trump busca recomponer la economía de los Estados Unidos y detener su declive en la geopolítica mundial.

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