Esta semana, la salida de Edmundo González Urrutia de Venezuela a España marcó la agenda política. El líder opositor afirmó en sus redes sociales que la misma tiene el objetivo de “que cambien las cosas y construyamos una etapa nueva”. Horas después, su socia María Corina Machado, anunció una convocatoria de apoyo al candidato –que ya se encuentra en Madrid– para el martes, alentando a sostener los esfuerzos opositores hasta la fecha.

El llamado exilio de González despertó numerosas críticas dentro de la oposición,  especulaciones de simpatizantes y medios de comunicación, con hipótesis que van desde acuerdos con el gobierno hasta caracterización de desgaste o estrategias geopolíticas. De parte del chavismo, la noticia se trató con cierta simpatía, Maduro le deseó suerte: “Espero que le vaya bien en su camino y su nueva vida” y Diosdado Cabello expresó: “Salió huyendo de Maria Corina Machado, nadie lo obligó”. De parte del Ministerio Público Fiscal, organismo que solicitó la semana anterior su detención, se anunció que el caso judicial contra González será cerrado, aludiendo que su salida modifica el estatus legal del caso.

Desde España los posicionamientos fueron claros en respaldo al excandidato: negaron una negociación para su salida de Venezuela y respaldaron su llegada de forma diplomática. El congreso español ratificó este espaldarazo y votó la solicitud de las actas al gobierno venezolano, lo que profundizó las tensiones con el chavismo y generó una nueva línea discursiva hacia el país europeo. En palabras de la vicepresidenta Delcy Rodríguez “España es santuario de terroristas y fascistas”. Por su parte, González mantuvo un perfil bajo hasta lograr el jueves una reunión con el presidente español Pedro Sánchez, a quien le agradeció el recibimiento y resaltó su “interés de trabajar por la recuperación de la democracia y el respeto a los derechos humanos en nuestro país”.