El martes 22 de octubre, el secretario de Estado, Antony Blinken, viajó a Israel para reunirse con Benjamin Netanyahu y con el secretario de Defensa, Yoav Gallant. Según dejó trascender Blinken, Washington discutió cómo “pueden utilizar lo que ya es un éxito estratégico” para avanzar hacia el fin del conflicto en Gaza.
La propuesta de la Casa Blanca sería “utilizar” el asesinato del líder de Hamás, Yahya Sinwar, como una marca de victoria y volver a negociar con la resistencia palestina para asegurar la liberación de los rehenes restantes en Gaza –negociación que sistemáticamente Israel ha abandonado–, con el propósito de poner fin a la guerra.
La reunión se produce luego de que Philippe Lazzarini, jefe de la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina, afirmara a través de su cuenta de la red X que la situación en la Franja sigue empeorando y que “el olor a muerte está por todas partes, los cuerpos yacen tirados por las calles o bajo los escombros, y se niegan las misiones para retirar los cadáveres o prestar asistencia humanitaria”. Lazzarini denuncia que “en el norte de Gaza, la gente simplemente espera morir”.