Cristina Fernández de Kirchner fue proclamada nueva presidenta del Partido Justicialista (PJ) de Argentina, cargo que asumirá formalmente el 17 de noviembre. En su primera actividad tras la proclamación, la ex mandataria se reunió con líderes de pequeñas y medianas empresas y con trabajadores del reciclado agrupados en el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), organización social del dirigente político Juan Grabois. Esto refleja su interés por conectar con sectores afectados por las políticas económicas del actual gobierno de Javier Milei.
Durante su visita, Cristina criticó el modelo económico vigente, utilizando la metáfora de que “este modelo es como un yogur, todos sabemos que se vence”. Su estrategia parece centrarse en recuperar la “vocación frentista” del peronismo, como hizo durante la campaña de 2017. Sin embargo, su liderazgo enfrenta desafíos internos significativos, especialmente por figuras como Ricardo Quintela, quien dijo haber sido marginado en el proceso electoral del PJ y manifestó su intención de crear una línea interna opositora.
Crucial en este contexto es la relación entre Cristina y el gobernador bonaerense Axel Kicillof, principal figura de la oposición. A pesar de los intentos de Kicillof por concentrarse en la gestión y superar tensiones políticas, dirigentes cercanos a Cristina lo han criticado por no apoyar públicamente su candidatura al partido, lo que ha generado un ambiente de desconfianza y tensión dentro del peronismo. Kicillof respondió a estas críticas lanzando una convocatoria a intendentes opositores para unir fuerzas en reclamos al gobierno nacional por obras y recursos. Busca así reafirmar su liderazgo dentro del peronismo provincial, aunque algunos analistas advierten que la resolución de la conducción del PJ no garantiza la paz política en la provincia.
La situación dentro del PJ es tensa y llena de incertidumbre. A pesar de sus esfuerzos por consolidar su autoridad, Cristina aún no tiene el apoyo explícito de los gobernadores peronistas ni de la Confederación General del Trabajo (CGT). Con las elecciones a la vista, las pugnas internas del partido podrían intensificarse, especialmente en lo que respecta a la conformación de listas y alianzas para el próximo ciclo electoral.