Recientemente, el uso de alertas rojas de Interpol en Venezuela ha cobrado relevancia, con varios casos que involucran a figuras políticas y acusaciones de delitos. La Fiscalía venezolana ha solicitado alertas rojas contra individuos como Edmundo González Urrutia, a quien se le acusa de diez delitos, incluidos fraude y corrupción. Esta petición serviría para arrestar a González Urrutia, quien se encuentra en el extranjero y es considerado un fugitivo por el gobierno venezolano. Sin embargo, este tipo de solicitudes pueden tener una motivación política, lo que complica su interpretación. Por otro lado, la justicia argentina emitió una orden de detención y ha solicitado una alerta roja contra Nicolás Maduro, un intento del sistema judicial argentino de abordar las acusaciones de violaciones a derechos humanos y otros delitos graves que involucran al mandatario venezolano.
En este contexto, Interpol ha dejado claro que sus reglas prohíben el uso de su sistema para fines políticos. La organización ha reiterado su compromiso con la neutralidad política y el respeto a los derechos humanos, lo que significa que cualquier solicitud con fines políticos podría ser rechazada, para evitar que las alertas rojas se conviertan en herramientas de persecución política.
Esto ha llevado a un debate sobre la legitimidad y el uso adecuado del sistema de alertas rojas, especialmente en países donde las acusaciones pueden estar motivadas por conflictos políticos internos. Los pedidos a Interpol por parte del gobierno venezolano y las respuestas de países como Argentina evidencian un escenario complejo donde las relaciones internacionales, la justicia y la política se entrelazan. Las alertas rojas pueden tener repercusiones significativas para los individuos implicados, afectando su movilidad y estatus legal en otros países. Además, estos casos destacan la tensión existente entre el gobierno venezolano y la comunidad internacional, así como las diferentes interpretaciones sobre lo que constituye un delito grave frente a lo que puede ser visto como una persecución política.