Hay cuatro variables que rigen la estabilidad de un plan económico en Argentina: inflación, crecimiento económico, pobreza y empleo. Si se piensa en el último gobierno de Alberto Fernández, dos de esas cuatro variables fueron positivas: empleo y crecimiento económico.
En las otras dos variables, los saldos fueron muy negativos con una inflación galopante y el incremento de cinco puntos en los índices de pobreza ubicándose en un 40%. Estos dígitos bastaron para que gran parte de la población considere al gobierno de Fernandez un rotundo fracaso.
Por lo tanto, los índices que maneja Javier Milei en comparación a los de la administración anterior son más que negativos. Solo puede jactarse de haber reducido la inflación, a costa de haber diezmado el poder adquisitivo del salario y haber permitido un ascenso de precios altísimo durante los primeros meses de su mandato. El pasado miércoles, el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC) dio a conocer la inflación de julio que se ubicó en el 4%. El vocero presidencial, Manuel Adorni, dijo que la inflación es un tema “técnicamente terminado”. Sin embargo, el gobierno no logra perforar el piso del 4% y conoce que este número sigue siendo alto.
En cuanto a empleo, se registra una caída estrepitosa de los puestos de trabajo: ya se perdieron más de 175 mil puestos formales. La actividad económica cayó un 5,1% interanual durante el primer trimestre de la era Milei. La construcción y la industria fueron los rubros que registraron mayor caída de actividad.
Pero sin dudas el dato más escandaloso es el relacionado a la pobreza: un estudio realizado por la Universidad Católica Argentina (muy valorados en la agenda política nacional) reveló que el 62,9% de los niños y adolescentes viven en situación de pobreza y el 16,2% se encuentra en la indigencia. Estas son las cifras más altas registradas desde 2010, según el informe que elabora la entidad educativa.