A unas semanas de terminar su gestión, el gobierno de Biden habilitó a Ucrania para utilizar misiles de largo alcance, escalando las tensiones con Rusia. Esta autorización para lanzar misiles ATACMS posibilita una ofensiva ucraniana sobre objetivos dentro del territorio ruso.
Ante la amenaza de un ataque aéreo por parte de Rusia, varias embajadas occidentales en Kiev, incluyendo las de Estados Unidos, España, Grecia e Italia, han cerrado temporalmente sus puertas. Por el momento, Reino Unido mantiene su embajada abierta. Las autoridades han instado a sus ciudadanos a extremar precauciones y estar atentos a las alertas de seguridad.
En respuesta, el presidente Putin declaró que el conflicto en Ucrania se ha vuelto un “conflicto global” y modificó la doctrina nuclear rusa, permitiendo el uso de armamento nuclear frente a una posible ofensiva de Ucrania con armamento de la OTAN, tema que ya venía siendo tratado por analistas rusos. El miércoles 21 de noviembre, en una clara demostración de capacidades bélicas y por primera vez desde el inicio del conflicto en Ucrania, Rusia atacó la región ucraniana de Dnipro con nuevo armamento: el lanzamiento exitoso del misil balístico hipersónico Oreshnik, capaz de viajar diez veces más rápido que el sonido (Mach 10), presenta un desafío a los sistemas de defensa occidentales y señala una intensificación en la estrategia militar rusa. Putin afirmó que el ataque fue realizado en respuesta al uso de armas estadounidenses y británicas de largo alcance.
En una declaración ante la Cámara de los Comunes, el primer ministro británico, Kier Starmer, dijo que “el apoyo del Reino Unido a Ucrania siempre es en defensa propia”. Frente a esto, el embajador ruso en Londres acusó al Reino Unido de estar ahora “directamente implicado” en la guerra, pues suministró a Ucrania misiles Storm Shadow, imposibles de utilizar sin personal británico y de la OTAN, y que fueron lanzados a territorio ruso.