Luego de vetar la Ley de Reforma Previsional que aparejaba las jubilaciones con los índices de inflación, el presidente Javier Milei tomó dos decisiones políticas: presentar el Presupuesto 2025 en el Congreso Nacional el domingo por la noche (algo que normalmente hace el Ministro de Economía en sesiones ordinarias) e invitar a cenar el martes por la noche a los diputados que blindaron su veto. Ambos hechos terminaron siendo un “tiro por la culata” para la actual gestión.
La presentación del Presupuesto 2025 estuvo adornada de una exagerada pompa ceremonial. El presidente se presentó ante la Asamblea Legislativa con la banda y el bastón presidencial, en un día y horario poco frecuentes, y en cadena nacional televisiva y radial. En primer lugar, más de la mitad de los legisladores invitados se ausentaron, por lo cual la postal de asientos vacíos fue significativa. Por otro lado, el discurso no ahondó en temas presupuestarios, sino en ataques a la poca oposición presente y en el anuncio de más ajustes para llegar al pago de intereses de deuda con el FMI. Pero lo más significativo fue la increíble caída de los espectadores televisivos y la audiencia radial en lo que podría denominarse un verdadero “apagón”.
El día martes, Javier Milei organizó un “asado” con los legisladores que avalaron su veto presidencial al aumento jubilatorio. Ello provocó repudio en las calles, con protestas frente a la residencia presidencial y críticas masivas en redes sociales. Nunca un gobierno argentino había celebrado un ajuste a jubilados y pensionados.
Al mismo tiempo, incluso las consultoras más benevolentes con la imagen pública de Milei registraron una caída de la valoración que la sociedad hace sobre el desempeño del mandatario.
El golpe final de una semana desgastante lo dio el Papa Francisco, quien ante referentes mundiales de movimientos sociales y con la presencia del líder opositor, Juan Grabois, manifestó duras críticas hacía el gobierno nacional, al que acusó de haber “gastado en gas pimienta en lugar de justicia social”.