El martes 25 de febrero, un nuevo ataque de pandillas dejó al menos 15 muertos en el barrio de Delmas 30 y provocó el desplazamiento de cientos de residentes en Puerto Príncipe, capital de Haití. Según testimonios de los vecinos, las bandas armadas, pertenecientes a la coalición Viv Ansanm, quemaron viviendas y asesinaron a civiles, incluyendo a un vendedor de carne que fue quemado vivo frente a su hijo, así como una familia entera, de la cual solo sobrevivió una persona. Los ataques, que comenzaron en la madrugada, obligaron a los habitantes a huir con lo poco que pudieron cargar, mientras las calles se llenaban de cadáveres y el caos se apoderaba de la zona.
La coalición Viv Ansanm, liderada por el expolicía Jimmy “Barbecue” Chérizier, ha intensificado su ofensiva para controlar áreas estratégicas de la capital, incluyendo barrios que dan acceso a distritos más ricos, como Pétion-Ville. Este último ataque se suma a una serie de operaciones violentas que han dejado a más de un millón de haitianos desplazados internamente, según datos de la ONU. La situación ha sobrepasado la capacidad de las fuerzas de seguridad locales y de la misión multinacional liderada por Kenia, que intenta contener la expansión de las pandillas en medio de una crisis humanitaria que empeora día a día.
La preocupación en la comunidad internacional crece. La ONU lanzó un nuevo plan de respuesta humanitaria, solicitando 908 millones de dólares para asistir a 3.9 millones de personas vulnerables en Haití. Los residentes, desesperados, claman por seguridad y responsabilizan al Consejo Presidencial de Transición de no garantizar protección a la población en medio de una crisis que parece no tener fin. El secretario general de la ONU, António Guterres, propuso abrir una oficina especial para dotar de drones y combustible a la misión liderada por Kenia.