Después de 25 años de negociaciones, el acuerdo comercial entre Mercosur y la Unión Europea (UE) fue finalmente sellado el pasado 6 de diciembre en Montevideo, en una cumbre que contó con la participación de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y los presidentes de los países del Mercosur, entre ellos Luis Lacalle Pou, de Uruguay.
Von der Leyen calificó el vínculo entre bloques como “uno de los más fuertes del mundo”, subrayando que el acuerdo tiene no solo un fuerte componente económico, sino también político, en un contexto global de creciente aislamiento y fragmentación. Entre los beneficios clave del acuerdo se encuentra la eliminación de aranceles sobre el 70% de los productos exportables del Mercosur, lo que facilitará el acceso de los países de la región a los mercados europeos, especialmente para aquellos con economías más pequeñas, como Uruguay. Además, Von der Leyen resaltó que el acuerdo beneficiará a más de 60 mil empresas europeas, de las cuales 30 mil son pequeñas y medianas empresas (PyMEs), que podrán disfrutar de aranceles reducidos, procesos aduaneros más sencillos y acceso preferencial a materias primas.
Sin embargo, el acuerdo aún enfrenta desafíos. Aunque el proceso fue desbloqueado gracias al liderazgo de Brasil en 2023, la ratificación parlamentaria de los 27 Estados miembros de la UE sigue siendo incierta. Francia, Polonia e Italia se han resistido firmemente, preocupados por la competencia de productos agrícolas del Mercosur, lo que podría generar tensiones en sectores clave de la agricultura europea. En el Mercosur, aunque el acuerdo ya fue ratificado por los jefes de Estado, aún debe pasar por un proceso de validación que puede extenderse hasta un año y medio. Durante este tiempo, cada país miembro debe someter el acuerdo a sus respectivos Parlamentos para su ratificación.