El nombramiento del general Pedro Sánchez como nuevo ministro de Defensa de Colombia ha generado un debate por sus implicaciones para la seguridad nacional y la estructura militar del país. Sánchez, quien hasta ahora se desempeñaba como general de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, es el primer militar en ocupar este cargo ministerial en 33 años.
Su nombramiento se produce en un momento crítico para Colombia, dado el aumento de la violencia por parte de grupos armados, especialmente del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que ha intensificado sus ataques contra las fuerzas del Estado y la población civil en diversas regiones del país. Desde inicios de 2025 han habido atentados y acciones violentas casi a diario, constituyendo el desafío más inmediato para Sánchez. Esto coincide con la suspensión de los diálogos de paz con el ELN, lo que complica la situación de seguridad y exige respuestas efectivas al nuevo ministro.
Expertos y analistas han criticado la designación de Sánchez, pues algunos consideran que refleja una falta de planificación estratégica por parte del presidente Petro y advierten sobre posibles consecuencias negativas para la cohesión militar. Entre las preocupaciones principales se encuentra la posibilidad de una salida masiva de oficiales superiores, lo que podría generar un vacío en el liderazgo militar en un momento donde se requiere estabilidad y coordinación para enfrentar los retos actuales. Agregan que este nombramiento podría ser percibido como una improvisación política que no necesariamente responde a las necesidades del país.