El presidente francés Emmanuel Macron arribó a Canadá el jueves luego de la disertación en la Asamblea General de Naciones Unidas. El tema más complejo que deberá tratar con su homólogo Justin Trudeau es el del futuro del Acuerdo Económico y Comercial Integral (CETA). CETA es un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el país norteamericano vigente desde 2017 pero que no ha sido ratificado desde marzo por el Senado de Francia. Pese a que las exportaciones francesas aumentaron un 33% desde el inicio del acuerdo, el lobby del sector agrícola se opone al CETA ya que teme que el aumento de las importaciones canadienses perjudique la agricultura nacional.
De los 27 miembros de la Unión Europea (UE), 17 ya han ratificado el CETA, lo que significa que la revocación del acuerdo por parte de Francia encontraría oposición y podría fracasar frente a la mayoría que sí lo aprueba. A su vez, según las normas de la UE, si un país de la organización informa a Bruselas –sede capital del bloque– que no ha ratificado el CETA, la aplicación provisional del Acuerdo se termina. Como consecuencia, la Comisión Europea tendría que elaborar una propuesta para terminar la aplicación provisional del acuerdo y esa propuesta tendría que ser adoptada por una mayoría calificada (15 países miembros).
