Este jueves 6 de febrero, Marco Rubio finalizó su primera gira como secretario de Estado del gobierno estadounidense. Es la primera vez que un representante de este cargo elige América Latina y el Caribe como destino para su primer viaje internacional, lo que revela el enfoque estratégico del nuevo Departamento de Estado respecto a la región.
Durante seis días, los esfuerzos de Rubio se enfocaron en mostrar los resultados del enfoque “primero los Estados Unidos” en una región que, según el secretario, Washington “descuidó” durante largo tiempo. Su agenda se centró en asuntos como la deportación masiva de migrantes y el intento de Washington de frenar la influencia de China en la región como parte de su guerra comercial con el gigante asiático.
La gira, que comenzó el sábado 1 de febrero, abarcó Panamá, El Salvador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana, países cuyos gobiernos se encuentran alineados políticamente con Washington. La elección de estos países no fue casual, sino un intento de mostrar resultados de “manera rápida”. Este esfuerzo estuvo parcialmente empañado por la atención que suscitaron las declaraciones del presidente Trump sobre los aranceles a México y Canadá, y luego sobre su intención de “hacerse cargo” de Gaza y forzar a la población palestina a desplazarse.
Además, las naciones visitadas son consideradas por el gobierno de Estados Unidos como países de “tránsito” en las rutas migratorias hacia sus propias fronteras, lo que ha estimulado que en el último tiempo Washington “tercerice” sus políticas migratorias en esos países. En este sentido, al llegar a Panamá, Rubio señaló que muchos de los migrantes que atraviesan la selva del Darién y Centroamérica se dirigen a Estados Unidos: “muchas personas que pasan por acá en realidad tienen su destino final en Estados Unidos, por lo que, hasta cierto punto, nuestra frontera no empieza en Texas y México, empieza mucho antes”.
Rubio hizo estas declaraciones en el Aeropuerto Internacional de Albrook, a las afueras de Ciudad de Panamá y a orillas del Canal de Panamá, donde vigiló el proceso de deportación de 43 migrantes colombianos en un vuelo pagado por Estados Unidos. Estos migrantes habían sido capturados por las autoridades panameñas en el marco de un acuerdo entre Washington y Panamá firmado el 1 de julio de 2024, el día de la toma de posesión del presidente Mulino.
De manera similar, en República Dominicana, Rubio participó en la confiscación de un avión venezolano incautado por las autoridades dominicanas. Se trata del segundo avión vinculado a Venezuela que Estados Unidos decomisa en República Dominicana – el primero fue confiscado en septiembre de 2024.
Así, a diferencia de la diplomática “tradicional”, en la que se buscan acuerdos de supuestos beneficios mutuos, el viaje del máximo responsable de las relaciones exteriores de Washington mantuvo un enfoque coercitivo, con amenazas poco disimuladas a cada país para que se alineara con las exigencias de Estados Unidos.
El enfoque político del Departamento de Estado también quedó de manifiesto el martes 4 de febrero, durante una rueda de prensa conjunta con el presidente costarricense Rodrigo Chaves, en la que Rubio dijo que su prioridad era dejar claro “que la política exterior de Estados Unidos es una política en la que es mejor ser amigo que enemigo; es mejor ser aliado que alguien que crea problemas”.