La última semana, el excanciller Álvaro Leyva Durán remitió a la Casa de Nariño una carta en la que acusó al presidente Gustavo Petro de padecer “un problema de drogadicción” y relató que durante una visita oficial a París en junio de 2023 éste habría “desaparecido dos días”, generando serias dudas sobre su capacidad de gobernar. En el mismo documento, Leyva denunció la falta de diálogo del mandatario con su gabinete —“casi nunca hablaba recurrentemente con sus ministros”, dijo—, cuestionó su escaso círculo de confianza, reprochó que nunca pudiera articular una política exterior junto al jefe de Estado y criticó que aludiera a un “inexistente M-19” para legitimar acercamientos de paz, lo que, según el exfuncionario, demuestra un liderazgo fracturado e ineficaz.
La respuesta de Petro no se hizo esperar. A través de su cuenta en X calificó de “calumnias” las imputaciones, bromeó sobre París (“¿Es que París no tiene parques, museos, librerías más interesantes que el escritor para pasar dos días?”) y ratificó que su ausencia se debió a compromisos familiares, versión que respaldaron tanto su hija, quien confirmó que visitó a sus nietas, como el embajador Alfonso Prada en Francia, quien detalló la amplia agenda oficial y privada que cumplió el 22, 23 y 24 de junio de 2023. Por su parte, el ministro del Interior, Armando Benedetti, consideró que la carta “se cae por su propio peso” y rehusó responder a Leyva, al tiempo que reveló haber asistido a un centro de rehabilitación en octubre pasado, sin vincularlo directamente con el presidente.
Los choques no se limitaron al Ejecutivo. Durante la instalación de los Comités Ciudadanos de la Consulta Popular, Petro lanzó un dardo al presidente del Senado, Efraín Cepeda, a quien llamó “mucho HP”, hecho que provocó risas irónicas de varios ministros y una inmediata réplica de Cepeda desde X: “El presidente Petro aún no comprende la dignidad que ostenta” y transformó el acrónimo en “honor perenne” para reivindicar la institucionalidad. El senador conservador añadió que si alguien pretende “tumbar” al jefe de Estado, debería “preguntarle a Benedetti”, sugiriendo internas en la cercanía del ministro con Petro.
En el plano internacional, Enrique Vargas Lleras solicitó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos medidas cautelares para proteger su honra y la de su familia frente a lo que calificó de “agresiones” sin sustento jurídico por parte del presidente. Y, de nuevo en el Congreso, la senadora María Fernanda Cabal y el representante Christian Garcés radicaron una proposición para exhortar a Petro a practicarse exámenes toxicológicos y psiquiátricos que avalen su idoneidad, al tiempo que el exministro Wilson Ruiz pidió indagar si el mandatario “toma decisiones en un estado alterado de conciencia”.
Lejos de amainar la controversia, Petro aprovechó el episodio para descartar de plano su interés en la reelección: recordó que Leyva, cuando aún era su canciller, le había sugerido “el camino para hacerme reelegir”, oferta que él rechazó por considerarla una “contradicción” y una muestra de “doble moral”, y aseguró que sólo volverá al poder si lo impulsa una auténtica revolución popular.