El martes 7 de enero, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, dio una conferencia de prensa desde su mansión en Mar-a-Lago, Florida, en la cual lanzó amenazantes declaraciones contra Panamá, México, Groenlandia y Canadá. En tono sarcástico y belicoso, el magnate volvió a afirmar que México es “un lugar peligroso” y “esencialmente” gobernado por los cárteles del narcotráfico.
Trump también afirmó que “China básicamente está tomando el control” de Panamá y volvió a acusar al país centroamericano de imponer tarifas excesivas a los barcos estadounidenses. Frente a la pregunta de si está dispuesto a utilizar la coerción militar o económica contra Panamá, Trump respondió que “no puede asegurar ninguna de esas dos cosas” pero que, en todo caso, “las necesitamos para la seguridad económica”.
Los comentarios de Trump han causado una ola de indignación en Panamá, incluso entre funcionarios del gobierno de Mulino, quien se alinea con Washington. El canciller panameño, Javier Martínez-Acha, respondió que “las únicas manos que operan el canal son panameñas y así va a seguir siendo”.