La política exterior brasileña sigue en el centro de las repercusiones en la escena regional. A la delicada posición en la que el gobierno de Lula da Silva se ubicó tras las elecciones en Venezuela y el intento de impulsar un diálogo que acerque posiciones tras el comunicado conjunto de Brasil, Colombia y México; se suma un quiebre de relaciones con Nicaragua.

Itamaraty reaccionó a la expulsión del embajador de Brasil, Breno de Souza, con el principio de reciprocidad que rige a la diplomacia y su política exterior; y anunció la expulsión de la embajadora nicaragüense de Brasilia, Fulvia Patricia Castro. La escalada que derivó en esta ruptura de relaciones surge de un descontento que el gobierno de Daniel Ortega manifestó tras la ausencia del embajador de Brasil en las celebraciones del último aniversario de la Revolución sandinista, sin embargo las relaciones ya estaban atravesando puntos de inflexión desde que Ortega rechazó la mediación de Lula, solicitada por el Papa Francisco, respecto de las negociaciones por la liberación del obispo Rolando Álvarez.